Lo de Soudal Quick-Step
O cómo otra gran carrera modificó en parte el envío de este lunes pero, al tiempo, sirvió para reforzar las ideas que buscaba compartir.
Tenía decidido profundizar este lunes sobre un asunto muy ligado a la ya clausurada campaña de adoquines, y en parte así lo haré, pero la actualidad casi me obliga a empezar repasando lo sucedido este domingo en la Amstel Gold Race, una carrera peor valorada que otras clásicas de mayor renombre pero que en los últimos tiempos nos ha ofrecido algunos desenlaces tan asombrosos como impactantes. Baste con recordar el triunfo de Van der Poel en el 19 o los largos minutos de indecisión para acabar decantándose por Van Aert por delante de Pidcock en el 21. Os aseguro además que esta introducción acabará conectando con el asunto a tratar desde un principio.
No fue una edición más de AGR, me atrevería incluso a apuntar que en cierto sentido pudo tratarse de una carrera catártica. No porque signifique el final del reinado de Tadej Pogačar o porque vaya poner en cuestión la superioridad física del ciclista más completo y regular del momento, algo que continúa fuera de cualquier debate, sino más bien porque puede obligar al esloveno a replantearse la forma de afrontar algunos objetivos, sobre todo en época de máxima exigencia física.
Pogačar ayer mostró por primera vez en mucho tiempo debilidad sobre un escenario propicio para sus características -entendiendo que existen carreras que se le adaptan mejor que otras y que en las peores, como la reciente Roubaix, fue capaz de luchar por la victoria frente a un especialista legendario como Van der Poel-. En ese sentido, comparto la reflexión del periodista Pepe Brasín, valorando que la de AGR este domingo fue la primera derrota real del esloveno esta temporada. La primera en su terreno, en una carrera donde partía como principal favorito y en la que no tenía que romper moldes o esquemas para derrotar al tiempo tanto a sus rivales como a las características intrínsecas de pruebas como San Remo la propia Roubaix.
Aunque entre los motivos para ese pequeño hundimiento -ojo, que acabó 2º a centímetros de Skjelmose- asome de forma lógica el desgaste asociado a su aún reciente debut en Roubaix -carrera que exige mayor tiempo de recuperación que cualquier otra clásica-, hay un factor totalmente ajeno a la fatiga que ayer resultó clave: Remco Evenepoel. Porque aún reconociendo que el cansancio de Pogačar influyó en su rendimiento durante la hora final de carrera, me parece tanto o más decisivo el desempeño del actual campeón olímpico, capaz de tirar un pulso al mejor ciclista del mundo y provocar su derrota a manos de un tercero.
Yo mismo di la AGR por acabada cuando Tadej Pogačar abandonó a Julian Alaphilippe en la subida al Kruisberg. Quedaban 45 km y las distancias sobre el grupo perseguidor aún eran cortas -en torno a medio minuto- pero se trataba de la misma jugada de otras tantas veces y el desenlace casi siempre había caído del lado del esloveno -no le atrapaban en un movimiento así desde su ataque en el Mundial de Ímola de 2020-. Skjelmose perseguía entre él y el grupo perseguidor pero el danés no reducía la diferencia y él mismo reconocería en meta que en ese momento sólo pensaba en seguir pedaleando para conseguir la segunda plaza y un podio muy valioso tanto para él como para su equipo.
Sin embargo, la irrupción furibunda de Evenepoel lo cambió todo. Desatado, encadenando dos arrancadas que dejaron sentado a todo ese grupo perseguidor, inició su persecución, primero en solitario; poco después acompañado por Skjelmose, hasta dar caza a Pogačar antes de encarar la aproximación final al Cauberg. Una exhibición que no culminó con victoria pero que muestra una vez más la personalidad y las cualidades de un ciclista que había debutado sólo dos días antes tras superar una dura lesión y que ahora mismo se erige como uno de los tres únicos corredores capaces de mirar cara a cara a Pogačar en determinadas carreras del calendario, con el convencimiento además de que Remco no se conformará con haber llegado hasta aquí.
El nuevo modelo de Soudal Quick-Step
Retomo aquí la idea original de este envío, uniéndolo además a lo expuesto hasta ahora. Y es que Remco Evenepoel ostenta hoy día el rango de uno de los mejores ciclistas del mundo, una bendición y un motivo de satisfacción para su equipo, pero al mismo tiempo supone un desequilibrio que no se puede pasar por alto a la hora de analizar el funcionamiento de una estructura con recursos limitados y que debe escoger cómo invertir su dinero.
En ese sentido, el crecimiento de Remco ha ido unido de forma inevitable a un cambio de estrategia en una formación caracterizada hasta hace no mucho por su dominio en prueba de un día, especialmente en las de muros y adoquines. De tiranizar otras ediciones de Flandes y Roubaix a que un Yves Lampaert venido a menos fuera su mejor corredor en ambas carreras este año finalizando 38º y 28º los otrora principales objetivos de la formación belga.
Si analizamos los últimos cinco mercados de Soudal Quick-Step, encontramos que abundan las llegadas de perfiles escaladores y de hombres adaptados a las pruebas por etapas, muy por encima de aquellos destinados a brillar sobre los adoquines. Es más, centrándonos en la última ventana de transferencias, de los últimos siete fichajes sólo uno -Dries van Gestel- puede considerarse un ciclista capacitado para desarrollar su potencial o crecer en pruebas como Flandes o Roubaix. Un refuerzo que además no pudo participar en ninguna de esas dos carreras por una caída en la E3 Saxo Classic.
SQS ha apostado por Evenepoel y ha hecho que lo que antes giraba en torno a Boonen ahora lo haga alrededor de su nuevo buque insignia y los requerimientos que él necesita en sus principales metas. De hecho fue uno de los motivos que llevó al campeón del mundo en Australia a renovar su contrato rechazando ofertas de conjuntos mejor adaptados en ese momento al tipo de carreras donde destaca y la razón única por la que Soudal, en vez de buscar un clasicómano capaz de hacerles recuperar el prestigio perdido en los escenarios donde solían ganar, decidió fichar a Mikel Landa, pieza fundamental en las aspiraciones de Remco en el Tour de Francia.
No cabe duda de que a los nuevos gestores de Soudal Quick-Step les encantaría diversificar su dominio en el mayor número de terrenos posible -de hecho cuentan con Tim Merlier, quien con permiso de Jasper Philipsen y Jonathan Milan podría considerarse uno de los mejores velocistas actuales del pelotón- pero a veces hay que elegir en qué cestas repartir el mayor número de huevos y, honestamente, hacerlo en la de Remco Evenepoel me parece una decisión acertada.
Todas las imágenes para vestir este artículo han sido tomadas de distintas cuentas de redes sociales. La primera de Tadej Pogačar lleva la firma de Pissei; la del sprint de meta es de Luc Claessen y la última de Remco fue compartida sin firma por el conjunto Soudal Quick-Step.